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EL SíNTOMA SOCIAL           

 In "Emergencia de un Real efectos en el sujeto"

EL SÍNTOMA SOCIAL

LUIS FERNANDO PALACIO, AME, Miembro del Foro de Medellín.

 

Foro de Medellín, 28 de Abril del 2020.

He tratado de rastrear en Freud y Lacan elaboraciones que relacionan el síntoma con lo social buscando presentar elementos que animen el debate comenzado en la sesión anterior.

La historia del psicoanálisis muestra desde Freud un interés por tratarla relación Psicoanálisis-sociedad, tomando este interés formas muy variadas. Entre otras encontramos las elaboraciones de: Wilheim Reich, Rickman, Bion, Mandel, Lacan.

Hay en lo social fenómenos que se pueden nombrar como síntomas, si lapidariamente definimos este como un disfuncionamiento que afecta una colectividad. A partir de esta definición podemos preguntarnos: ¿disfuncionamiento frente a cuál ideal de normalidad?

Desde el Psicoanálisis algunos consideran que el analista está autorizado a hacer un diagnóstico de lo social, analizando estos síntomas y recomendando formas de tratamiento. Otros consideran que lo social y lo político no es un espacio donde el psicoanálisis y o el psicoanalista puedan operar, circunscribiendo su práctica al espacio cerrado del consultorio.

Lo planteado por Freud en el “Malestar en la cultura” permite pertinentemente introducir la cuestión. Este texto contemporáneo de la crisis económica de los años 30, plantea que por estructura hay un malestar inherente a la articulación del hombre a la cultura. La naturaleza, el cuerpo y la relación con el semejante son las fuentes de este malestar. La angustia de existir encuentra en ellas una de sus fuentes y con esto se opone a las ideologías que desde el siglo XVIII suponen una tendencia en el hombre hacia la felicidad, al bienestar.

No fortuitamente Freud considero titular esta obra “El bienestar y la cultura”. Para el la cultura, tiene como función proteger al hombre del malestar, de las inclemencias, del sufrimiento que produce la relación que el hombre tiene con esas tres fuentes de su malestar, pero hace hincapié en el hecho de que la cura puede ser peor que la enfermedad, como se dice coloquialmente. Los dispositivos que el hombre crea para tratar estos efectos de la naturaleza, el cuerpo y la relación al semejante pueden conllevar un sacrificio de bienestar mas importante que aquello que se quiere atenuar o tratar.

Para Freud en estas relaciones esta excluida una harmonía, una homeostasis, un equilibrio, pues la humanización, el surgimiento de la cultura en tanto implican la represión y por lo tanto la privación de las satisfacciones pulsionales conllevan un conflicto que no tiene solución. La pulsión es reprimida, pero esto no es lo que causa el malestar, este es causado por la dimensión superyoica que toman estas exigencias que se imponen contra la pulsión, por eso Freud – insisto – afirma que lo encontrado para tratarla pude ser peor que aquello que se quiere evitar. El tratamiento conlleva un goce obsceno, enigmático para el sujeto.

Es igualmente importante aclarar que de lo anterior no se puede concluir una oposición pulsión cultura. La pulsión alimenta la cultura produciendo su transformación. Aquello que en un momento se excluía, se reprimía en otro aparece como aceptado incluido en la civilización y esta dialéctica continua y se reproduce a través de la historia. Al considerar el goce pulsional como algo ineluctable el psicoanálisis no opta por una ética de renuncia pulsional lo cual implica que se excluye un juicio moral sobre la pulsión.

Es importante anotar, que el malestar que afecta el sujeto tiene su historia pues está determinado por los discursos que son hegemónicos en cada época. Cada cultura – en términos de Freud – presenta las formas de goce que ella acepta o excluye, definiendo aquello que considera normal o anormal.

Podemos constatar que Freud relaciona desde diversas perspectivas el síntoma y lo social. Lo señala explícitamente en “El malestar en la cultura” : “y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social…” afirmación que podemos referir al síntoma. Este, en tanto que conflicto y satisfacción substitutiva de pulsiones reprimidas genera un sufrimiento. Sufrimiento que encarna lo más singular del sujeto, siendo este causado por el conflicto que estas pulsiones establecen con los ideales necesariamente sociales.

Para Lacan, desde otra perspectiva, este malestar es consecuencia de ese traumatismo incurable producido en el sujeto por su condición de ser-hablante, es decir, de estar sometido a las leyes del lenguaje. “Como seres vivientes, estamos corroídos, mordidos por el síntoma, es decir, que al fin de cuentas somos lo que somos, estamos enfermos, es todo, el ser que habla es un animal enfermo” (J. Lacan. Entrevista, Roma 1974).

A partir de esta breve introducción al tema, quiero plantear unas preguntas que podrían ser trabajadas en el debate: ¿Es posible una clínica de lo social a partir de la experiencia analítica?, en otras palabras, ¿Podemos a partir del psicoanálisis, hablar de un tratamiento del síntoma llamado social?, En el tratamiento del síntoma que función tiene lo social?, ¿Cuál sería la posición del psicoanálisis – en concordancia con su ética – frente al síntoma social?

Lapidariamente planteare algunas reflexiones que permitan debatir y analizar estas preguntas.

Con excepciones, en la experiencia clínica sin síntoma no hay demanda, siendo la demanda condición necesaria para que el dispositivo opere, pero, y este, pero es importante, es necesario que en esta demanda haya una subjetivación de este síntoma, es decir que el sujeto asuma la responsabilidad de este, que el sujeto se reconozca como agente de aquello que reconoce como extraño a sus ideales de bienestar. En relación con lo anterior podemos tomar la definición que da Lacan del síntoma como “La manera como cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente lo determina”. En esta definición encontramos que el síntoma es condición necesaria para la existencia del inconsciente y a la vez indica que este es privado, marca de la singularidad del sujeto. Tanto el síntoma como la demanda se configuran a partir de aquello que define lo mas intimo del sujeto: su posición de goce.

El síntoma social en la definición dada al comienzo (disfuncionamiento que afecta una colectividad) está excluido de esta lógica. En cuanto a la demanda, frente al síntoma social generalmente son las figuras del amo (estados, organismos internacionales, políticos) quienes la realizan, buscando hacer funcionar la máquina, esto es manifiesto hoy en el interés que tienen los estados en asegurar la salud de los ciudadanos en todos los órdenes. Este interés del amo moderno excluye desde diversas perspectivas el síntoma en el sentido analítico. El respeto que la ética psicoanalítica tiene por el síntoma al reconocerlo como una función esencial en la subjetividad, implica reconocer en el uno de los artificios que tiene el sujeto para objetar a los ideales de normalidad, a los estándares, a las exigencias del amo. Creo que este es un aspecto importante para la discusión.

Continuando con la enumeración de algunas de las elaboraciones que nos permiten relacionar el inconsciente, el síntoma y lo social tomemos otras perspectivas.

Lacan en un texto de 1947 “La psiquiatría inglesa y la guerra” cree posible utilizar el psicoanálisis en lo social. Para ello se apoya en el uso que se hizo en Inglaterra de los grupos sin jefe, propuestos por los psicoanalistas Bion y Rickman. Considera que en lo ocurrido en Inglaterra durante la guerra de los años 40 del siglo pasado – importante para la victoria aliada – tuvo su importancia el cuestionamiento que se hizo de la forma como tradicionalmente se ha establecido la jerarquía en el ejército. En la movilización general que se presentó en Inglaterra, se produjo una identificación horizontal en la cual fueron importantes los aportes freudianos sobre la identificación. Sin duda un psicoanálisis aplicado pero creo que es importante considerar esta experiencia.  En esta misma perspectiva ubicaría el texto de Freud “Psicología de masas y análisis del yo”, en el cual veo un lúcido análisis que anticipa lo que ocurrirá en Europa en los años 30 y 40.

Mas tarde, encontramos en Lacan nuevas elaboraciones que permiten pensar las relaciones del psicoanalista con lo social y la articulación ética política en la dirección de la cura. Precisamente, trata de elucidar como la lógica del sujeto del inconsciente y el objetivo de una cura debe definir la política del psicoanalista en la cura y necesariamente su articulación a lo social.

En esta perspectiva diferenciara dos rasgos del síntoma. De un lado, el síntoma aparece como un hecho particular, referido a lo más íntimo de cada sujeto. Esta dimensión aparece cuando señala que el síntoma se produce por el hecho de que el sujeto sea “una falla en el saber” tesis que remite a la definición dada antes “La manera como cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente lo determina”. De otro lado se presenta el síntoma en su dimensión social, es decir, el que se origina en el malestar en el cual está inscrito el sujeto. Con respecto a esta cara social del síntoma, hace hincapié en la dimensión subversiva que tiene este, pues le sirve al sujeto para resistir, es lo que el nombra como “una protesta del sujeto”, protesta que le impide “marchar al paso” (seguir la corriente, en nuestros términos). A esto aludía cuando hablaba anteriormente de un no someterse a los estándares. Desde esta perspectiva el síntoma objeta, subvierte la norma, (los ideales). Creo que esto es lo que indica Lacan, al definirlo en RSI como “El signo de alguna cosa que no funciona en lo real”.

Podemos a partir de lo anterior diferenciar dos tipos de malestar: uno asociado al síntoma particular otro al síntoma social, los cuales a su vez se articulan. ¿Como se articulan? El síntoma es una creación del sujeto, es una de las respuestas que el sujeto produce frente a la falta en el Otro y se presenta como un útil, un recurso que sirve la sujeto para resolver la inadecuación que por estructura se presenta entre la singularidad de su posición de goce y su inscripción en lo social, en su alienación al Otro. Entonces, podríamos afirmar que el sujeto se relaciona con el otro sirviéndose de su síntoma.

Creo que en consonancia con lo anterior aparecen algunas elaboraciones en los años 70, me refiero a las presentadas en “Radiofonía y televisión” y en “La carta a los italianos” donde plantea algunas tesis sobre el papel del analista y su relación con lo social. En estos textos Lacan se interesa particularmente en la responsabilidad política del psicoanalista frente a las dificultades que se presentan en lo social, volviendo en cierta manera, a lo planteado en 1953, cuando afirmaba: “Que renuncie a la posición de analista aquel que no pueda tener en su horizonte la subjetividad de su época”.  Esta responsabilidad implica responder a lo real de su época, al malestar social que lo afecta y a la función que en esto tiene la institución analítica. En este sentido, afirma que esta debe ser “Tomada como en los tiempos antiguos, ciertos lugares de refugio, incluso base de operaciones contra eso que se podría llamar ya, malestar en la cultura”.

Hay una alusión explicita de Lacan al síntoma social, pero por cuestión de tiempo y las exigencias de su análisis no la presentaré hoy. Me limitaré a esbozar algunas tesis importantes para su comprensión En la lección del 21 de enero de 1975, en el seminario “RSI” afirma: “solo hay un síntoma social, cada individuo es realmente un proletario, es decir, no tiene ningún discurso con que hacer lazo social, dicho de otra manera, semblante”. Lacan el proletario no lo define a partir de su función en el modo de producción capitalista sino como efecto de un cambio en el discurso del amo. El saber que tenía el esclavo en el modo de producción feudal pasa al amo y el proletario lo que tiene para ofrecer es su fuerza de trabajo, como una mercancía. En “El reverso…”, lo precisa: “El proletario no solo es explotado, él es despojado de su función de saber…”. Al proletario no tener el saber queda según Lacan sin recursos para hacer lazo social. En la cita habla de “cada individuo”, individuo, es decir, el sujeto completado por su goce el cual es necesario diferenciarlo del sujeto marcado por la división, por la falta, – este individuo es un proletario es decir alguien despojado de todo, un desecho. Frente a lo anterior, este síntoma social tiene la función de permitirle al sujeto inscribirse en el lazo social. Creo que Lacan no opone el síntoma particular al síntoma colectivo, cuando nombra un síntoma social se refiere al síntoma en la función que viene de señalarse.

Para terminar, quiero insistir en un punto. Como se señala en la presentación de esta actividad, existe el riesgo – si se desconoce aquello que es especifico de la experiencia analítica – de caer en el psicoanálisis aplicado cuando hay un interés por lo social. Con el psicoanálisis aplicado resulta un tratamiento estereotipado, fuera de lugar de la experiencia analítica, en el cual se trata de aplicar la lógica del sujeto del inconsciente a manifestaciones sociológicas, antropológicas, artísticas, políticas donde lo que encontramos es una ideologización del psicoanálisis, acompañada por los prejuicios del experto. Frente a la fascinación que pueden producir esas miradas es necesario partir de la lógica que enseña el sujeto del inconsciente reconociendo sus posibilidades y sus límites. Pienso que eso es lo que nos puede diferenciar de una multiplicidad de practicas que se ofrecen, las cuales   buscan una normalización: En términos de Lacan, que “colaboran” con el discurso del amo, al “statu quo” del malestar. Es una tarea difícil, pero atrevámonos…

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