El cuerpo de nuevo en cuestión – Colette Soler

El cuerpo de nuevo en cuestión

Colette Soler

 

Para la celebración de los 20 años

del Foro de Medellín

Por Zoom el 26 de septiembre de 2020

 

La generalización de las sesiones por teléfono ha producido súbitamente una efervescencia en los analistas- al menos en Francia. Y muchas reservas se han manifestado con relación a esta práctica.

Estas sesiones se relacionan con el setting, es decir, con las disposiciones que regulan el encuentro Analista-analizantes. Esto ya se debatió a propósito de otro cambio, el de la duración de las sesiones lacanianas. El principio que defiende Lacan es que la pertinencia de un cambio en el setting no puede juzgarse más que en función de las necesidades del discurso analítico y no a partir de la comodidad de las costumbres de unos y de otros. Evidentemente esta regla es válida para nosotros.

Voy a presentar lo que ha circulado en Francia, imagino que es la misma cosa donde ustedes, podremos debatir sobre esto. Ha habido diferentes momentos. Al inicio, se manifestó un gran malestar, una restricción y una frustración, primero en los analizantes y también en los analistas.

Y de hecho algunos analizantes están poco dispuestos para esto y manifiestan estar frustrados de no poder percibir el analista más que por el sonido de su voz en el teléfono y los analistas igualmente frustrados por deber transmitir su decir, sus silencios e intervenciones sin su presencia en el mismo espacio. A la expresión de este malestar se le agregaron argumentos para justificarlo diciendo que esta sustracción de la presencia de los dos cuerpos cuestionaba el análisis mismo. Afortunadamente en las semanas que siguieron fuimos escuchando cada vez más voces de analistas que testimoniaban que, de hecho, los análisis continuaban sin obstáculos.

Debo decir que personalmente estaba muy alarmada de que nos apoyemos para evaluar este cambio en el setting por lo sentido por los unos y los otros, dicho de otra manera, en el registro de los afectos. Estaba alarmada pues esto es radicalmente contrario a la orientación dada por Freud desde un inicio y retomada ampliamente por Lacan. Si Freud hubiera confiado en los afectos de sus primeras histéricas y en los suyos antes que, en sus reservas, el psicoanálisis no existiría, pues la misma regla de la asociación libre sin la cual no hay cura analítica, es muy incómoda, difícil y frustrante, es además por esto que las psicoterapias en expansión hoy han retomado del psicoanálisis la idea de la cura por la palabra, pero no la asociación libre. Y en cuanto a la interpretación que no es una simple escucha empática, si la midiéramos por los afectos que están ligados a ella sería suprimido inmediatamente y es esto lo que hacen las psicoterapias.

En un análisis los afectos deben ser tenidos en cuenta, especialmente la angustia, pero estos no son las brújulas hacia el inconsciente y sus efectos. Para Freud la brújula era el desciframiento y para Lacan el lenguaje y los significantes que supone el desciframiento. Miren como Freud en el hombre de las ratas constata sus terrores, pero él mismo no se conmueve. Creía que todo eso era algo ya admitido y de ahí mi alarma. Por supuesto, la relativizo ahora pues en nuestro debate y gracias a este debate, el momento del primer desconcierto que produce todo cambio fue seguido de tentativas para cuestionar aquello que no está cuando falta la co-presencia de dos cuerpos en el mismo espacio.

Es seguro que el análisis es un lazo entre dos, que implica dos partenaires y supone entonces los dos cuerpos de estos dos partenaires. Es indiscutible, la única cuestión que se debate es su ubicación: ¿deben estar situados en el mismo espacio del consultorio del analista o bien el análisis puede acomodarse a su distancia a condición de que la interlocución analítica sea sostenida por los medios técnicos de los que disponemos?

Muchas veces me he pronunciado sobre la función de los cuerpos en el lazo analítico particularmente en mi curso, hoy voy a tomar la cuestión desde otra perspectiva. Voy a partir de una afirmación de Lacan que incrementa más aún su complejidad, con el riesgo de que sus planteamientos sean mal comprendidos.

Dos cuerpos un solo sujeto

Esta frase indica claramente que en un lazo hay tantos cuerpos como partenaires, es lo más obvio, pero que la estructura del sujeto se diferencia de la presencia de estos cuerpos. Ahora bien, este es el sujeto que nosotros analizamos.

El sujeto está dividido, $, por aquello que él escribe como a. En el segundo esquema de Lacan al cual los reenvío, hay dos cuerpos, pero solo un sujeto dividido.

Esquema 2, J. Lacan, Escritos II, p.740.

El a que divide es impuesto por medio del atormentador que es uno de los cuerpos y el atormentado es el sujeto dividido por a y se diferencia de su cuerpo natural que Lacan escribe como S. El atormentado es el sujeto único, sujeto dividido por el goce que causa el objeto. Entonces dos cuerpos un solo sujeto.

Todavía hay que ponerse de acuerdo sobre la palabra cuerpo. Los dos cuerpos de los cuales hablamos son aquellos que se ubican en el espacio intuitivo que comienza con el estadio del espejo y más ampliamente, el de la percepción común. Él está relacionado con la tópica geométrica de las tres dimensiones. Es el cuerpo en tres D, como yo digo, espacializado, que toma un lugar y con el cual uno se puede chocar. Por lo demás también en el tiempo, es perecedero, envejece. Pero ¿se puede dar por sentado en el campo lacaniano el hecho de que Lacan haya introducido como tesis fundamental que la experiencia analítica de los hablantes estructurados por el lenguaje es impensable con solamente este dos, el dos de los cuerpos de la intuición? Al contrario, él ha repetido que un esquema con cuatro términos era necesario y produjo varios antes de los cuadrípodos de los discursos. Ninguna tópica para estos cuadrípodos sino una topología que se diferencia. Esta referencia fue introducida muy temprano en su enseñanza y nunca desapareció. Además, creo que esta heterogeneidad entre la topología del sujeto dividido y la tópica de los cuerpos espacializados es lo que lo llevo a afirmar con certeza al final que el sujeto tiene su cuerpo, verbo tener, y que él no lo es, lo que está lejos de ser evidente para el sentido común. Él lo tiene como se tienen objetos, generalmente muy diversos y que sirven. Pero este tiene edad, lo cual no es el caso del sujeto. Los debates sobre estos puntos han surgido en los lacanianos alrededor del psicoanálisis con niños, particularmente con los Lefort, los cuales insistieron en indicar que no importando cual sea la edad del cuerpo no se analiza jóvenes o viejos o personas de treinta sino a sujetos. Estos debates hoy parecen ser olvidados puesto que parece que sobre este punto – incluso entre nosotros – retomamos el discurso del capitalismo sobre los tipos de edades. De hecho, me basé en una frase de Kant con Sade, pero pude haber tomado los tetrápodos del discurso del amo y del discurso universitario: un solo sujeto dividido, varios cuerpos en el sentido común del término. Entonces, después de todas estas construcciones de Lacan, ¿vamos a retornar a la Two body psychology que le ha precedido? Y ya que he citado Kant con Sade voy a parafrasear a Sade y allí donde él dice, “franceses un esfuerzo aún para ser republicano” yo podré decir “psicoanalistas un esfuerzo aún para ser del campo lacaniano”, quiero decir para ser psicoanalistas de este campo, ya que esta es la expresión de Lacan que nosotros hemos elegido para definir nuestra orientación. Ella supone que para pensar el psicoanálisis nosotros tomamos como punto de partida las tesis de Lacan sobre el estatuto del goce de los hablantes. Nosotros sabemos bien que ellos no son cualquier tipo de vivientes ya que ellos sufren la cizalla y la huella significante y que, por lo tanto, evidentemente  no es lo imaginario del cuerpo espacial lo que puede ayudarnos a construir este campo.

En un psicoanálisis, el analista cumple la función de objeto a. Es la tesis que todos nosotros repetimos con Lacan. No para decir que el analista es un atormentador como la presidenta de Montreuil en la vida de Sade, el deseo del analista no es la voluntad de goce, esto es seguro y tampoco para decir que es un gadget como el plus de gozar del capitalismo.

Entonces se trata de saber en la coyuntura de hoy si es por su cuerpo en 3D que él funciona como este objeto a, él que “se hace del objeto a” según Lacan, del objeto del analizante. La cuestión apunta a la naturaleza del lazo analítico.

Los lazos del sujeto dividido

Antes de esto, en el psicoanálisis, la pregunta se había planteado sobre el asunto de los lazos de amor. Esa cuestión se ha elaborado desde el comienzo bajo el termino de “relación de objeto”. La expresión designa de hecho una libido, que, saliendo del narcisismo, inviste los partenaires- y de manera diferente según las estructuras clínicas. La libido supone sin duda un organismo viviente, pero esto no es una necesidad de este organismo, es lo que resulta del efecto negativizante del lenguaje sobre el organismo. Esta es la hipótesis lacaniana formulada al final de Aún. De este efecto negativizante emergen el sujeto dividido y las pulsiones parciales[3] las cuales producen la única realidad sexual del inconsciente. Ahora bien, los objetos de las pulsiones no son los cuerpos en tanto tales sino pedazos, bien sea oral, anal, etc., que son extraídos de él, extraídos bajo el efecto del lenguaje y los cuales el fantasma envuelve con sus escenarios. La relación al partenaire de la libido, digamos del deseo, es en consecuencia ordenada por el objeto del fantasma. Por lo demás, hay una homología nótese, entre de un lado la curva de la pulsión que rodea el objeto, y del otro lado, el losange del fantasma del cual una de sus líneas retorna hacia el sujeto.

Lacan construyó toda su teoría del amor sexuado sobre esta estructura de la división del sujeto en la cual el partenaire vale como objeto a y esto tanto en el amor como en el análisis. ¿Él lo habrá repetido suficientemente? De ahí nuestra pregunta: cómo el amor de transferencia que es por supuesto amor, cómo puede llevar a un análisis en vez de llevar a una aventura banal, a un affaire [un amorío], como se dice. Sería asombroso si existiera la necesidad de la co-presencia del cuerpo del analista.

Les señalo que el camino hacia el análisis comienza por un corte, una exclusión del cuerpo a cuerpo, este es un raro punto de unanimidad en el movimiento analítico, exclusión del acto sexual y de la imagen incluso del cuerpo. Es la primera diferencia con el amor sexuado donde no se trata de aminorar la presencia de los cuerpos en 3D. Y, sin embargo, incluso para estos amores Lacan se ha mantenido hasta el Seminario Aun interrogando aquello que los causa y aquello a lo que apuntan. Respuesta: el objeto a es para ellos también. Esta respuesta no dice todo y particularmente no dice eso que el inicio del Seminario Aún cuestiona, a saber, “de dónde viene el goce” que se obtiene del cuerpo del partenaire. Él precisa el goce que se prende en la cama, lugar simbólico del acercamiento de los cuerpos. Esta pregunta era entonces algo nuevo pues ella estaba dirigida al propio goce del acto hétero, el cual no estaba concernido en la división del sujeto. En efecto, el objeto a como causa a-sexuada, como objeto que falta nos indica de donde viene el impulso libidinal de los hablantes y también eso a lo que él apunta, pero no eso que obtiene en el cuerpo a cuerpo, la pantalla del fantasma y la relación al objeto que instaura se interpone entre el sujeto barrado y su partenaire. Este hecho ha pasado hoy a la conciencia común precisamente. Ahora bien, el fantasma “no tiene otra realidad que de discurso[4] y la pulsión misma es del sujeto. Ella sustancializa el objeto plus de gozar, sin sexuarlo y sin implicar el cuerpo a cuerpo del goce.

El análisis se define por este corte, por esta exclusión del cuerpo. Se trata allí de la eficacia del objeto causa, no en la cama, sino en la palabra de interlocución analítica. La cama está excluida por principio y es reemplazada – casi irónicamente- por el diván el cual por lo demás no es más que una disposición habitual para excluir, no solamente lo real del cuerpo a cuerpo de goce sino también el simple frente a frente de los cuerpos en tres D, lo cual depende de lo imaginario.

Me detengo entonces en la relación del objeto a al cuerpo, a los dos cuerpos; el del analista y el del analizante. El objeto a no es el cuerpo, aunque tiene una función entre los cuerpos. Él es como una piedra angular, una vía de conducción, un riel. No obstante, su lugar es el del Otro del discurso sin lo cual la palabra analítica no lo convocaría. Si bien él no es un significante habita en el Otro. Habita allí a título de eso que le falta, se dice continuamente que hace agujero, pero también produce una animación. Bajo una forma clínicamente precisa: el objeto condiciona la doble función de la metonimia de la palabra. Lacan de entrada ha planteado en La instancia de la letra en el inconsciente, que es allí la metonimia que circula la falta del deseo antes de agregar en Radiofonía que es el goce el que circula allí y circula vía las palabras y las representaciones de cuerpos que están allí alojados. La metonimia, dice Lacan, es “metabolismo del goce” en la respuesta a la pregunta III la cual es esencial para nuestra cuestión. Allí él revisa las funciones reciprocas de la metáfora y la metonimia. Gracias a la metonimia, gracias a la serie de estos significantes y de sus imágenes significantizadas “el goce está encantado por un cuerpo, deviene el lugar del Otro[5].  Este cuerpo lugar del Otro no es el cuerpo en 3D de la intuición. Es decir que es la metonimia, la que de su vector lingüístico “transfiere”, es el termino de Lacan, transfiere hacia el cuerpo del partenaire aquello que vale para el sujeto, a lo que su deseo apunta, o sea a, el plus de gozar. La metonimia es entonces el vehículo del lazo erótico y por eso el lazo del sujeto a su partenaire, que no exige el cuerpo a cuerpo, podría escribirse $ flecha à a. Pero no, Lacan lo escribe con el losange $<> a para decir que éste a buscado del lado del cuerpo del Otro, es del sujeto. Permitan que yo fuerce las expresiones para hacerme entender. Hacer pareja para un sujeto es reencontrarse a sí mismo como a en el otro, reencontrar su propio objeto, su ser de objeto, en el otro. De allí la expresión de Televisión, el sujeto “es feliz”, él se repite, como uno completamente solo con su objeto y entonces finalmente, no hay rproporción sexual, hay del Uno y nada más. Salvo que él no lo sabe, él sueña con el encuentro que no será fallido y quizás que su análisis lo despertará de ese sueño. Me excuso por recordar lo que es el ABC de la enseñanza de Lacan.

El lazo analítico

Es para volver al análisis y a la pareja especifica analista analizante. Ella está fundada sobre lo que está oculto en los otros discursos, a saber, el estatuto de objeto a del partenaire. El analista como el partenaire del amor de transferencia se hace del objeto a, entiendan del objeto a de su analizante, que la metonimia de la asociación libre transfiere hacia él. Entonces todo parece comenzar con Cupido, sino fuera porque el analista no presta su cuerpo. El lazo analítico no es una simple relación de objeto. Justamente el analista se niega a esto. Esta dimensión de no consentimiento a los pedidos del amor está presente desde el comienzo del psicoanálisis freudiano. Sustraemos la consistencia imaginaria del frente a frente de los dos cuerpos para hacer emerger, o en todo caso para favorecer la emergencia en la palabra de una consistencia diferente, la del fantasma con sus significantes y sus imágenes que son las vías que conducen de la demanda analizante hacia su objeto plus de gozar. Este objeto a con cual él está hecho, con el cual él se fabrica, el analista sabe que no lo es, él no hace más que de semblante. Él se presta, no más. El analizante lo consume, termino de Lacan, oralmente, analmente, escópicamente y en su invocación y este consumo pasa por los significantes gozados. Pero nótenlo, es un alimento inagotable, él permanece indemne, tan indemne que el analista está siempre listo para otro consumo proveniente de otro analizante. Ello comprueba muy bien que él no mete allí su cuerpo, cuerpo que él tiene, si lo metiera él no podría sobrevivir, y esta sustracción es necesaria para que el analizante acabe por percibir que lo que él busca en su demanda al analista es de él mismo.

Aquí estoy en el hueso de la cuestión: ¿Qué es lo que permite a un sujeto sostener este lugar donde él hace “semblante de objeto”? Qué es lo que asegura la presencia de semblante de objeto, pues es una presencia. La expresión semblante de objeto significa dos cosas: permite al analizante producir las palabras y las imágenes particulares que envuelven este objeto, que entonces lo hacen pasar al semblante, Lacan dice también pasar al inconsciente, y de otro lado, por su presencia él hace semblante de aquello que se resiste a decirse, semblante justamente de lo imposible de decir, del agujero irreductible. ¿Cómo puede presentarse la idea de que es necesario el cuerpo del analista en el espacio intuitivo del consultorio para que él pueda sostener esta función, mientras que, desde siempre en el psicoanálisis freudiano, desde el comienzo, el analista opera por la interpretación? La interpretación es un puro fenómeno de discurso en el cual él incluso no es sujeto dirá Lacan. En otro momento, explícitamente esta vez, Lacan escribe que sostener ese lugar no es posible; cito el Atolondradicho, que “por la entrada en juego de otra dichomansión[6]. En francés él escribe neológicamente con una t para decir que se trata de un hecho de discurso y adiciona que esta dit-mension [dicho-masión/dimensión] que introduce el analista permite el corte entre el $ y su objeto. De igual manera en 1975, entonces más tarde, escribiendo en los Estados Unidos la estructura del discurso analítico en el lugar del objeto agente del discurso el escribe “silencio”.  ¿Podemos dudar que el silencio sea un hecho discursivo y no corporal? Si este no fuera el caso, la cuestión de la formación de los analistas no se plantearía, sería suficiente poner el cuerpo detrás de un diván para que se esté en el discurso analítico. Podríamos convocar en este punto la frase de Freud de 1914 cuando él decía que en un análisis nada puede tratarse en effigie. En efecto, ¿cuál es la presencia que él evoca allí? Muy claramente, la de la transferencia actualizada del material del analizante sobre el analista, transferencia que lo inviste como objeto a. Sabemos que él hace una aplicación en su debate con Ferenczi. Este le reprochaba no haber analizado su transferencia negativa y Freud respondía: no podemos analizar lo que no está ahí, actualizado en el material transferencial del analizante. Nada que ver con la presencia del cuerpo del analista.

La presencia del analista es la presencia de un decir especifico el cual invierte el del analizante. El analizante viene para decirse, este no es el caso del analista, él no está allí para decirse, sino para hacer decir, es su función de causa y además para leer el decir del otro, es su función de interpretación. Si puedo decirlo, es un decir que silencia todo lo que está allí de su subjetividad, de su fantasma y de sus propias pulsiones. Para el analista la elisión del cuerpo que programa el discurso analítico está redoblada, es una vía de abnegación decía Lacan, lo que no le impide funcionar, cito el texto de 1973 como el “partenaire que tiene la posibilidad de responder”[7], es decir que tiene la posibilidad de hacer aparecer para el analizante todo lo que es posible de saber en lo que él no sabía

Todas las referencias que he tomado de Lacan hasta este momento, salvo la última de las conferencias en Estados Unidos se sitúan en el periodo que va de Función y Campo de la palabra hasta el Atolondradicho. ¿Es que el giro que se presenta en Aún cambia algo en esto particularmente con la noción tan en boga de cuerpo hablante?

En todo caso, la hipótesis que Lacan dice ser la suya en este Seminario no cambia nada. Por lo demás, ella estaba allí implícita desde hace tiempo. Pienso que ustedes la conocen. Las palabras tocan algo que no es lenguaje, el cuerpo como organismo que es “hecho sujeto”. Cuerpo-sujeto he dicho. Cuando Lacan dice sujeto no es el de lo subjetivo de la psicología, el sujeto es corte desde que es representado por el significante. La pulsión es cuerpo hecho sujeto por el corte de los objetos a. Yo hablo con mi cuerpo. Subversión del sujeto y dialéctica del deseo lo decía ya, p.777[8] y siguientes de los Escritos, el sujeto del inconsciente que habla a la vez que ignora que él habla se le encuentra en una localización orgánica. La respuesta al “¿qué soy yo?”, qué soy yo en eso que yo digo sin saber que yo lo digo. La respuesta viene por la pulsión, más ampliamente por el goce. El saber inconsciente no determina al sujeto directamente sino su organismo introduciendo allí sus cortes y su plus de gozar y que se convierte en cuerpo-sujeto. Es lo que él enseguida nombró inconsciente real, del significante que no representa el sujeto pero que se aloja en la sustancia gozante, que determina allí los cortes y las consistencias de plus de gozar corporales. Más tarde en 1975 él dice el inconsciente ser hablante, sí, el inconsciente donde los significantes gozados, que se logran aislar, responden al enigma del sujeto. Hay sin embargo un verdadero giro en Aún. Este concierne la relación entre el lenguaje que es aparato de goce y el mismo goce, con la tesis: el saber se goza, los elementos de la lalengua se gozan. Continuamente he subrayado este giro. Es decir que entre el lenguaje con su formalismo y el goce que supone al viviente hay eso que Lacan ha llamado “coalescencia”. Dicho de otra manera, es todo uno, eso no produce dos sino uno. He ahí lo nuevo. Ese cuerpo, hablante, es lugar de pulsiones y síntomas de goce, entonces, lugar donde sus significantes gozan, es un cuerpo en cierta manera colonizado por lalengua. Un capítulo amplio por desarrollar, pero esto nuevo no cambia nada en la disyunción radical sobre la que yo insisto entre de un lado el cuerpo lugar del Otro y de la substancia goce, y del otro lado el cuerpo del espacio intuitivo, imaginario, que en el análisis tiene más bien un rol de pantalla. Solo el primero está concernido en el análisis para lo que es del analizante y no hay tópica de este cuerpo allí, él está en todos los lugares donde se encuentra el efecto del lenguaje y de la palabra, cualquiera que sea su canal de transmisión, sea en el espacio atmosférico del consultorio – le debo este término a Gabriel Lombardi- o a distancia en el espacio de los medios electrónicos que no son más virtuales que los atmosféricos desde que hay recepción de la materia significante. Sin embargo, esta tesis acentúa considerablemente lo que Lacan había dicho de la metonimia. El goce no está solamente en el cuerpo, con los síntomas del cuerpo lugar del Otro, sino en todo el campo del hablar mismo.

Entonces, concluyo una vez más que los cuerpos de carne y hueso, como decimos, no le faltan al discurso analítico cuando este pasa por el teléfono, al menos si la circulación de la interlocución analítica esta allí, y ella está allí si el analista la asegura. Es su responsabilidad. De esto he concluido que el malestar expresado venía de ahí, de la interpelación que le venía de los analizantes, más pura, en tanto que su presencia de respondiente, de “partenaire que tiene la posibilidad de responder” se encontraba privada del cuerpo que la sostenía y reducida a su decir. Con respecto al cuerpo habitado por lalengua del analizante, y bien, su localización no siendo espacial, él está ahí desde que su palabra lo esté. He dicho dos cuerpos espacializados, un solo sujeto, pero agrego ahora aún: un solo cuerpo hablante-gozante, el del analizante.

Termino. He hecho una demostración general. Podría retomar la demostración para cada etapa del análisis con el fin de precisarlo. No voy a hacerlo, solo indico dos puntos. Las dos etapas, las más legibles son la entrada y la salida. La entrada es la investidura transferencial del analista, ella supone la transferencia de a, incluso si aún no es percibida. Ella no se hace por el cuerpo, sino por una formación del inconsciente. Televisión, p.67. La salida es su deser [désêtre] al analista, o sea la caída, el suspenso de esta investidura transferencial que hacía que a pasara al semblante. Dicho de otra manera, su reducción al objeto a en tanto que imposible de decir, que no es de ninguna manera una reducción a su cuerpo sino la función de causa del deseo que es su silencio.

Pero hoy no entro en ese capítulo, prefiero ahora abrir un espacio de discusión.

Traducción del texto a partir de la traducción consecutiva de

Luis Fernando Palacio revisada por Diana Correa, Mónica Palacio y

Ricardo Rojas. Corrección de texto del español: Beatriz Maya

 

[1]  Lacan, J. (2009). Kant con Sade. En Escritos II. (3 ed. rev.). México: Siglo XXI., p.740.

[2] Ibid.

[3] Lacan J., Observación del Informe de Daniel Lagache, en Escritos, Ibíd, p. 654

[4] Lacan, J. (2009). Kant con Sade. En Escritos II. (3 ed. rev.). México: Siglo XXI, p.741.

[5]  Lacan, J., Televisión, En Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.440

[6] p. 513 en Lacan, J. (2012). Atolondradicho. En Otros Escritos. Buenos Aires: Paidós.

[7] Lacan J., Introducción a la Edición alemana de los Escritos, En Otros escritos, Ibid., p.584.

[8] Lacan, J. (2009). Subversión del sujeto y dialéctica del deseo. En Escritos II. (3 ed. rev.). México: Siglo XXI, p.777

 

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