TELE-PSICOANÁLISIS, PSICOANÁLISIS O PSICOTERAPIA
TELE-PSICOANÁLISIS, PSICOANÁLISIS O PSICOTERAPIA
JORGE ESCOBAR GALLO, AP, Miembro del Foro de Medellín.
Foro de Medellín, 14 de Abril de 2020.
He escogido este título, a propósito de los nuevos hechos: los del virus, los de la epidemia y los del aislamiento, que implicó que los analistas, los analizantes y su praxis, quedara también confinada al menos por un tiempo. Hechos, hay que decirlo, aunque algunos no esperaron tanto, ya se habían inclinado en esta praxis, que va haciendo moda y me pregunto si se va generalizando, la de la tele-asistencia. Estos hechos que abrieron puertas para algunos, que han “aprovechado” la contingencia viral, para unos, ofertar entre sus pacientes su clínica, esta vez tele-dirigida, y para que otros, defensores de las buenas causas, que en actos de caridad, y ante la zozobra planetaria, han salido a ofrecer sus servicios, inclusos gratuitos, a los millones y millones de multi-traumatizados. A los angustiados por la amenaza, se sumaran el incontable número de víctimas, los de la violencia intrafamiliar, las víctimas sobre-vivientes del contagio, también los hoy “mártires” del personal de la salud, muchos aterrorizados, al estar de día y de noche, cohabitando muy cerca del virus. También a los millones de parejas, hombres y mujeres, que ante la cuarentena y el ocio forzado, se les ha puesto de manera descarnada, la íntima soledad que la ex-patriacion del partenaire del goce y del síntoma determinan para cada uno, recordándole a muchos, en el malestar de la convivencia que la promesa del encuentro sexual, es una promesa vana, y reactualizando en el día a día del recogimiento, la prueba maldita, por la que pasa todo hablante, al habitar el lenguaje, la cara mordaz del destierro irremediable para todos, en el encuentro, siempre fallido, con el Otro del sexo.
Dos situaciones nuevas se nos plantean hoy a los psicoanalistas, el primero: recurrir a las herramientas “tele”, a distancia, y o a las de la virtualidad, para continuar o emprender los análisis? y el segundo, como responder y si hay que hacerlo, como analistas, al dolor humano y a la miseria, que los nuevos hechos dejan como estela, en la medida en que el virus avanza, en su intento de sobrevivir, me refiero al virus, en su único mecanismo: el del contagio.
A propósito del virus, de esta nueva peste, no podemos olvidar, hoy más que nunca, que el fundador de nuestra experiencia, calificó de tal, es decir de peste, a la práctica que el introducía en el mundo. En realidad, si el psicoanálisis tiene algo de peste, es una peste viral, no es parasitaria, no es bacteriana, el psicoanálisis, al igual que los virus, no sobrevive por sí mismo. Como aquellos, requerirá siempre de otro, de un huésped que lo albergue, en donde pueda prenderse, y como si fuera poco, tiene igualmente una trasmisión lineal, de uno en uno, así opera, en esta analogía, para el uno y para el otro, el contagio. Y como ustedes comprenderán, es uno de los riesgos que se corre, cuando se emprende un análisis: contagiarse de esa peste.
Tendremos que preguntarnos, por el riesgo para el psicoanálisis, si es que lo tiene realmente, cuando vemos a psicoanalistas, no a todos, por fortuna, sumados a las ofertas de la psicoterapias. Hoy particularmente, ante la emergencia de ese real, que el virus representa, un real que ha hecho, por un lado, desfallecer en muchos sujetos la cobertura fantasmática subjetiva, pero, que por otro, ha puesto en primer plano los límites de la ciencia. También, se ha debilitado la cubierta fantasmática de la ciencia, en su afán de colonizar lo real, y de saber lo imposible. Hoy, y a pesar, de los muchos desarrollos y avances científicos, estamos enfrentando de igual manera a esta enfermedad infecciosa, a como se asistió la pandemia de 1918, conocida como la gripa española, la estamos tratando con los mimos elementos: distanciamiento social y tapabocas.
Por lo demás sabemos, que en el punto donde la ciencia se muestra insuficiente, resurge para los hablantes el clamor y la sed de sentido, es el terreno abonado donde lo religioso germina y se sostiene. Es, allí también, donde el psicoanálisis se pone a prueba, en su manera específica de responder, en ese macro-mundo que podemos llamar, el mercado, casi infinito, de las psicoterapias. La pregunta es cómo y si hay que hacerlo, para que nuestra praxis no pierda su especificidad y el analista conserve su lugar, el que se espera de él en tanto tal, en tanto analista. Y pueda permitir que el sujeto lo tome como causa de su deseo, es decir, donde el analista no pierde su orientación, en el lugar que ocupa, en tanto él, es efecto de la estructura. Un lugar único, que la experiencia de cada uno ha debido advertirle en su propia cura, es allí, y en ningún otro, donde ha obtenido la certeza de su acto. Es la única forma posible, para que pueda dirigir y orientar las curas que conduce. Hoy se actualiza para nosotros la pregunta: ¿de cómo responder a lo real?, ya que es en el modo de respuesta, en que el psicoanálisis, la ciencia y la religión se diferencian.
Debemos de estar atentos a dar el debate, creo que es una responsabilidad, que no podemos eludir, las condiciones del mercado, la nueva realidad tecnológica y, hoy en la coyuntura de los masivos casos de urgencia, no faltaran los que se instalan allí a responder: ¿cómo analistas? Es una pregunta, o tal vez, la premura es de los analistas que allí se colocan, más por las cuestiones urgentes de la sobre-vivencia, la urgencia de los pesos para “responder a la necesidades de quienes están a vuestro cargo,” como lo llama Lacan en el prefacio a la edición inglesa del seminario XI. Con el riesgo, que a mi juicio implica, que se terminen por desfigurar, aquello de lo esencial, aquello de lo que es exigible, para sostener una praxis éticamente orientada, orientada en lo real de la estructura, es decir, en la división del sujeto, por un objeto que le hiende.
Tal vez hoy, en los afanes de la urgencia, corremos el riesgo de ceder, ya no solo al espejismo de la verdad, sino de ceder al espejismo de lo virtual. Sería quizás el momento en que el psicoanálisis, ya no sería más la peste viral, con la que Freud, francamente, no solo soñaba, sino que anunciaba antes de ir, a la Clarck University en Massachusetts en Norteamérica. Entonces, el psicoanálisis ya no sería un virus, sino un “virtus”, virtus es el nombre latino de lo virtual, pero también cosa curiosa, donde se sostiene el origen etimológico de la virtud.
Si la analogía, entre una peste viral y la peste del psicoanálisis se sostiene, Freud que era médico, sabia específicamente en ese campo de lo que hablaba, es entonces, exigible para el contagio, el cuerpo a cuerpo. Y en ese orden de ideas, si me siguen, la virtualidad nos sacaría de la posibilidad de todo contagio. Y que probablemente nos expulsaría radicalmente de nuestro campo, porque nos pondría en el campo de lo religioso. Son tres las grandes virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad. Las virtudes teologales fueron resumidas por San Pablo en la I carta a los corintios: “En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad, pero la más grande de todas es la caridad”. Destacando que esta, la caridad, es el centro del corazón cristiano.
Podríamos entretenernos, un tiempo más y hablar de las tres virtudes teologales desde el psicoanálisis, no es casual que sean tres como la Santísima Trinidad, sería no solo entretenido, sino muy productivo, pensarlas, desde los tres registros, y desde el nudo borromeo- La fe en el campo de lo imaginario, es el sujeto supuesto saber e un tiempo de la cura, es Dios, como uno de los nombres del padre. La esperanza, hace alusión a la espera, al tiempo necesario, para que el sujeto como efecto de lo simbólico en su condición de deseante emerja en la cura, y por último el analista: ¿hace caridad?, el psicoanalista como el santo “descarida” dice Lacan en la respuesta a la pregunta III en Televisión para señalar que del objeto del que se trata en un análisis tiene una cara real, no simbolizable y no imaginarizable. El analista se coloca allí para causarlo, única posibilidad de subvertirlo y de propiciar el análisis, en la caridad ocurre todo lo contrario, hay un sabotaje del objeto del deseo.
Y termino, estas reflexiones, poniendo la carne en el asador, pongo a cielo abierto lo que he hecho y lo que no, en esta contingencia, en la que la clínica analítica, al menos para mí, también entró en cuarentena. Llamé a cada uno de mis pacientes y les dije que el trabajo entraba en pausa, pero les manifesté que yo estaba pendiente ante cualquier urgencia y ante cualquier inquietud. Creo que es importante estar ahí, para los pacientes, o al menos que quede abierta la posibilidad de estarlo y que los pacientes lo sepan. Dos pacientes me llamaron y me solicitaron la atención por video llamada. Uno de ellos lleva un muy buen tiempo de análisis, y está en un momento decisivo de su cura, y esta angustiado. Otro paciente, que aunque lleva un tiempo corto de trabajo, y no está en análisis, pero a quien la angustia fue la que lo llevó al dispositivo, estado angustioso que surge, cuando un fracaso económico de su padre, le advierte a este sujeto la vacilación del padre en la estructura. Un paciente más me ha llamado unas dos veces por teléfono, en momentos de situación similar, es decir de angustia. Este no ha solicitado otro tipo de dispositivo electrónico Nunca antes, les confieso, había sostenido este tipo de experiencia, que me resulta, en principio, les soy franco, muy extraña e incómoda, y realmente inapropiada para un análisis. El análisis, necesita de algo, que está más allá de la imagen real y de la imagen virtual, se requiere del cuerpo en el espacio, el espacio de las tres dimensiones, y la imagen no los comporta. Sobre el espacio dice Lacan en el seminario Aún, que estamos leyendo, cosas bastante enigmáticas, pero a tener en cuenta para otros desarrollos. El espacio no es intuitivo, es matemático y si el espacio es matemático, es porque el espacio cuenta. En ese mismo texto dice de manera textual “el espacio parece de veras formar parte del inconsciente estructurado como un lenguaje”
Se preguntaran ustedes, porqué entonces me he colocado en estos casos, y solo temporalmente, quiero aclararlo, del lado de la virtualidad, es importante hacerlo por el momento atípico que vivimos, por el efecto de catarsis que creo y constato que es posible por este medio, es importarme y no dudo de su efecto terapéutico, todos los sabemos, creo que es importante además para sostener la transferencia. Resalto que la demanda partió de estos sujetos, y no del analista. Además creo que es importante, es mi hipótesis, para proteger la posibilidad del análisis, que sé, que un día, con ellos, puede continuar.