EMERGENCIA DE UN REAL, EFECTOS EN EL SUJETO

 In "Emergencia de un Real efectos en el sujeto"

EMERGENCIA DE UN REAL, EFECTOS EN EL SUJETO

GLORIA PATRICIA PELAEZ J, AME, Miembro del Foro de Medellín.

 

Foro de Medellín, 14 de Abril de 2020.

 

Palabra y cuerpo

 

Marco de referencia

 Hay cuando menos filósofos griegos que, a la idea, intentaron darle cuerpo. Una idea, eso tiene un cuerpo: es la palabra quien la representa, y la palabra tiene una propiedad totalmente curiosa, es que hace la cosa (fait la chose).

Quisiera equivocar y escribir eso: es que «punte-l-a-cosa» («fêle achose»), no es una mala forma de equivocar. Usar la escritura para equivocar, eso puede servir porque tenemos necesidad del equívoco precisamente para el análisis (Lacan, 1977, Seminario. 25. El momento de concluir. Clase 1, una práctica de charlatanería.)

En efecto la interpretación opera únicamente por el equívoco. Es preciso que haya algo en el significante que resuene. Resulta sorprendente que esto no se les haya presentado de ningún modo a los filósofos ingleses. Los llamo así porque no son psicoanalistas. Creen con una convicción inquebrantable que la palabra no tiene efecto. Se equivocan. Piensan que hay pulsiones, y eso cuando tienen la amabilidad de no traducir Trieb por instinto. No piensan que las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”

(Lacan, 1975, Seminario .23, El sinthoma, p, 18,)

 

Preámbulo

El tema me propongo desarrollarlo en dos puntos. Punto I: Una revisión retroactiva de la propuesta de “trabajo” sugerida a quienes asisten a mi práctica clínica al declararse la pandemia y la cuarentena. Punto II. Un ejercicio, sencillo y limitado, que trata de recoger algunos elementos teóricos que me permitan reflexionar sobre “los acontecimientos”.

Contexto

Acontecimientos de los reales, en plural, porque diferencio su procedencia y tal vez, su manifestación: El externo, peligro venido de afuera-incluso extranjero- que encarna el virus. Un real que “se ve” solo en su propagación “ex –ponen cial” y en los efectos mortíferos: personas fallecidas y la suspensión mundial del ritmo de vida cotidiana, ambos efectos testimonian de su existencia. El otro acontecimiento de lo real, es el interno, compromete al sujeto; el peligro encarna en su división, condición puesta a prueba por el aislamiento consigo mismo y con otros -o no, si vive solo-. Y en esta intimidad -obligada-, ¿tal vez intimidación?, se propicia su manifestación, pues hay “emergencias” y “urgencias” que acontecen en este ámbito (las primeras han sido las que mantienen vigente la clínica psicoanalítica), y sabemos de este real que emerge en el sujeto, también por sus efectos: incremento de síntomas, de violencias intrafamiliar que, desafortunadamente, no son noticia, pero suponemos-o supongo-, que pueden responder al empuje del Un-vi(r)us al otro; del Uno al otro, de este Virus, real, al otro, que compete la relación del sujeto con el objeto a , del cual sabemos en la clínica vía el síntoma y cuya matriz es el fantasma: $<>a. El sujeto mediatiza su relación al objeto a por la pantalla fantasmática y en el síntoma encuentra su forma de arreglárselas con él, con la falta estructural que representa.

Ahora bien, esta emergencia del, Un real, que introdujo la pausa al ritmo globalizado, agitado, estandarizado y precipitado en el diario vivir del S XXI, exige preguntarnos si los efectos sociales, que imponen las distancias cuerpo a cuerpo y la cercanía virtual, modifican y cómo la clínica psicoanalítica.

Desarrollo

Punto 1. Ante la emergencia del real Otro, del, Un real que fue evidente por las medidas gubernamentales y, ese domingo 15 de marzo, después de escuchar las noticias y experimentar la precipitación de la situación con las acciones institucionales, envié un mensaje a cada analizante suscribiendo dichas medidas, convocándolos a tenerlas en cuenta y a cuidarse. También prometí comunicarme en ocho días y advertí que en caso de requerirlo o desearlo, podía en cualquier momento comunicarse conmigo.

En la semana siguiente se declaró la primera cuarentena obligatoria extendida hasta ayer 13 de abril y renovada hasta el 27 de abril, aunque, sabemos ya, abarcará junio.

No envié el mensaje el primer fin de semana de cuarentena, pues la evidencia social del acuartelamiento era suficiente; pero tampoco recibí llamadas. Iniciado abril, escribí nuevamente otro mensaje más preciso, a cada persona. Expliqué como la situación de emergencia, inédita, modificaba la regularidad de los encuentros y expresé casi textualmente el tema que aquí presento: la importancia que tiene en experiencia analítica la presencia del cuerpo afectado por la palabra. Dispuse dos días para recibir llamadas, si lo requerían o desearan, sin costo, pues ofrecía un espacio de palabra de cara al estado externo y general de urgencia social, y en estos términos, así lo dije, no consistía en una continuidad del trabajo ya emprendido.

Todas las personas respondieron con aceptación, y hasta con agradecimiento. Unas expresaron su decisión de esperar el tiempo necesario hasta poder encontrarnos en el consultorio; otras dijeron que llamarían si lo requerían; cuatro personas separaron cita para llamadas: dos se comunicaron con videollama y dos más con llamada convencional. Otras dos personas que también solicitaron comunicarse y acordé hora con ellas, no llamaron, ni a la hora pactada ni después.

Fue importante no dejar “en silencio” la situación excepcional, inédita para nosotros, tal vez comparable con las situaciones traumáticas vividas por Freud, pues su vida fue rodeada de guerras: de joven apenas se organizaban las naciones europeas y de joven adulto y mayor, las dos guerras mundiales. De los efectos de estas guerras-estados de emergencia- conocemos su decepción por las acciones de gobernantes y de las naciones, la descripción de lo ominoso y su interés por el trauma de la guerra, que es trasversal en su obra y como factor etiológico que no abandonó; y le inquietó en función de este diferenciar las neurosis traumáticas y las psiconeurosis.

¿Podemos calificar de traumática esta situación inédita? ¿Se trata acaso de un trauma generalizado que viene del exterior con efectos en el real del sujeto?

Si es así, debemos tener en cuenta las diversas respuestas de las personas. Apreciamos una constante: todas evocaron la importancia del consultorio y del cuerpo a cuerpo, diciendo “esto no es lo mismo”; también hay que resaltar la preferencia de la voz a la mirada: escuchar y ser escuchadas, más que hablar cara a cara. Esto se confirma en las personas que, aunque usaron videollamada (son personas jóvenes entre 20 y 22), no sostenían la mirada y confesaron también la extrañeza; coincidieron en que “no era lo mismo”.

La experiencia de la palabra que resuena en el cuerpo y se agita con su propia escucha muestra el peso que tiene el dispositivo. La palabra se encarna, y la presencia no mediada, introduce la apertura a lo inconsciente de muchas maneras, Freud no desestimó gestos, tiempo de llegada, movimientos; las: formaciones de compromiso(olvidos, trastrabarse, deslices, acciones casuales y sintomáticas, errores, operaciones fallidas) en su Psicopatología de la vida cotidiana[1].  y formaciones del inconsciente.

Punto 2. ¿Qué esperar? Un intento de aproximación.

Esta cuestión tiene sentido porque está condicionada por un corte, en las condiciones a apriori de la experiencia posible: el tiempo y el espacio, y porque introduce un objeto “el virus”, objeto real, que la ciencia –no sabemos si ella lo ha introducido-, o si irrumpió de ese real “biológico”, del que los virólogos tratan de cernir un saber para intervenir inhibiéndolo.

Emergencia de Real que hoy escapa al saber de la ciencia, y mientras no esté la vacuna, que modifique su irrupción, (v)irrupción, cambian las condiciones del dispositivo que garantizan las vías de acceso al real del sujeto por desentrañar; la emergencia de este re(a)l , causa de las formaciones de inconsciente y del síntoma, como respuestas que conciernen al sujeto en su encuentro con lo traumático: la castración y tratamos de cernir en la clínica vía significante, mediante la asociación, de la cual extraer esa constante de repetición, de la vivencia traumática, ese S1 que insiste y el fantasma recubre con el síntoma, allí donde está la pérdida estructural del objeto a, alrededor de la cual todo hablanteser hace su ficción, de verdad, para ser y existir.

Pero entonces esa emergencia del real que divide al sujeto, y tramita el síntoma, positivamente: afecciones en el cuerpo, el pensamiento o afecto; o negativamente, fobias e inhibiciones y que son las que ocupan al analista en su “laboratorio”, en su práctica de charlatanería; en la experiencia clínica donde se manifiestan en y gracias a la transferencia, soporte donde en acto emerge el real que nos concierne, y no puede ser “vivido”- ví-vido, tener su experiencia, mediante una pantalla.

Entonces la cuestión es si, perturbada en sus condiciones de posibilidad reales, ¿cómo mantener la experiencia analítica frente a los “peligros” que el sujeto enfrenta hoy? a los que puede responder con miedo o terror, y angustia, esta que convoca el real, el objeto a. Como ven, no tengo respuestas.

Pero cabe recordar, a propósito de la pandemia, que el trauma fue definido por Freud como “aquello” que no logra tramitar el yo, proceda del interior o del exterior que, por lo demás, siempre se enlazan, porque el peligro de afuera es traumático como el peligro y riesgo que acontece de adentro, respecto a la pulsión, vertiente remarcada por Lacan: es el encuentro con se real de la no proporción sexual, y la vivencia de afuera no es sin la realidad interna.

Esta situación inédita dejará huellas, seguramente, no sabemos si se repetirá como vivencia traumática (¿?), tal vez, por años(¿?), hasta cuando, como Freud enseña, sea desestimada con juicio adverso, o desalojada, y entonces reprimida, situándose como referente que marca un antes y un después, ganado de hecho porque ninguno de nosotros, incluso de nuestros familiares mayores, estuvieron confrontados a un “acontecimiento”, -de allí traumático-, o experiencia similar, caracterizada por al menos, dos paradojas:1. La globalización, pero con respuestas locales y nacionales limitadas; 2. En pleno siglo cientificista, no hay aún, a pesar de los grandes avances de las ciencias, respuestas inmediatas, es decir productos científicos contundes para hacer frente al virus, sin que terminé, en últimas, dependiendo de cada sujeto, de su forma de relacionarse con “un real”, que incidirá en los otros, es paradójico que hoy, dependa ese Un real, ¡ de las acciones o actos de cada sujeto!

Quedan preguntas sin respuesta: ¿Qué efectos de palabra pueden esperarse en el cuerpo con mediación de una pantalla o teléfono? ¿son equiparables? ¿qué cambios esperar transferenciales en estos escenarios? ¿en qué modifica el encuentro analista-analizante, la mediación (gaget) en estos “escenarios”? Si las actuales condiciones se extienden en el tiempo, ¿qué esperar para el psicoanálisis en un futuro mediato? ¿No será que el encuentro a través de una pantalla no representa la inmersión en la vía fantasmática que, redoblando el efecto reflejo, es decir, matizando la división que es esa palabra hecha cuerpo, matizando, esquivado ese significante que se encarna como dice Lacan en los orificios? y que Freud puedo bien aislar, por ejemplo, en el hombre de las ratas, cuando confesando recuerdo no pudo quedarse sentado, el goce visto en la palabra lo lev(a)ta. ¿Acaso, entonces, no estaríamos confrontados al, ve-l(a)-miento de la división que, es la que pone en acto el cuerpo en la transferencia ante la escucha y la mirada del analista, y del analizante?

[1] Freud, Sigmund, (2006). Psicopatología de la vida cotidiana (1901). (2ª.ed.,Vol.VI) Amorrortu.p,292.

 

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